domingo, 6 de marzo de 2016

RUTA POR EL BARRIO DE SANTA CRUZ


Propongo un paseo por el casco antiguo de Sevilla , donde comentaré, a modo de guía, lo más significativo, algunas referencias históricas, leyendas y tradiciones.

Bienvenido a Sevilla...


ITINERARIO
Puerta de Jerez, avenida de la Constitución, Santo Tomás, plaza del Triunfo, J. Romero Murube, plaza de la Alianza, plaza de Doña Elvira, Vida, Judería, Agua, callejón del Agua, Susona, Pimienta, plaza de los Venerables, Justino de Neve, Agua, plaza Alfaro, plaza de Santa Cruz, Mezquita, plaza Refinadores, Mariscal, Cruces, Ximénez Enciso, Mesón del Moro, Mateos Gago.



Iniciamos nuestro paseo en la Puerta de Jerez, la cual toma su nombre de la primitiva puerta de la muralla que se encontraba, aproximadamente, en la esquina de la calle San Fernando. Ésta, a su vez, recibía tal nombre porque desde aquí salía el camino principal hacia Jerez de la Frontera.



 
La plaza no ha existido hasta los comienzos del siglo XX, en que se abre con motivo de las obras de preparación de la Exposición Iberoamericana de 1929, al crearse la actual avenida de la Constitución. Se denominó inicialmente Plaza de Andalucía, pasando a ser la Plaza de Calvo Sotelo desde 1936; y al final recibió oficialmente su viejo nombre en 1980, el nombre por el que siempre fue conocido el lugar y nunca olvidado, de “Puerta Jerez”.

El Hotel Alfonso XIII surge ante la necesidad de construir en la ciudad un gran hotel que diera respuesta a las demandas de un turismo de lujo al que se trataba de atraer en función de la importancia de su patrimonio artístico, histórico y cultural. La parcela se ubica sobre los antiguos jardines de Eslava, donación real al pueblo de Sevilla, con un concurso en el que se busca un hotel en el llamado “estilo sevillano”.
El proyecto ganador desarrollaba un anteproyecto de Urcola, teniendo como principal director de obra al conocido arquitecto José Espiau. Ambos presentan su propuesta de hotel bajo el lema Guadalquivir, con planos fechados en julio de 1916.
 


Con fecha de 9 de junio de 2011 se inauguró la fuente-manantial dedicada a los poetas de la Generación del 27.( Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados ). Se trata de una obra diseñada por el arquitecto Antonio Barrionuevo Ferrer y que está realizada en mármol blanco de Macael y pizarra de color verde.

La fuente simboliza el nacimiento de un río que baja abriéndose en cascada, en cuya parte superior aparece sobre una plataforma la figura de una muchacha tumbada y desnuda, obra de César Portela, que viene a representar a la musa de la poesía que inspiró a los autores de esta Generación.
  
 
 

 La "Fuente de Sevilla" representa a la ciudad, rodeada de símbolos alusivos: la rueda dentada de la industria, el caduceo del comercio y unas hojas para la agricultura. Va sobre una especie de grandes hojas de loto, sostenidas por figuras de niños en cueros, subidos a unas grandes tortugas. En el perímetro de la taza iban otros cuatro niños con caracolas de las que manaba agua.
El conjunto de niños y surtidores de agua hizo que la voz popular llamara a la fuente “de los meones”.
La fuente se desmontó con ocasión de las obras del Metro (en los años 1974-1983). Cuando se restituyó la fuente a su lugar, no se volvieron a colocar los "meones" exteriores. El escultor Delgado Brackembury utilizó para las caras de los "meones" a los niños que vivían en los alrededores de su taller como modelos. Se puede ver que una niña lleva una muñeca, junto a otro niño que llora.
 


 La Casa Palacio de Guardiola fue construida  por los Condes de Aguiar, que vivieron en ella desde 1891 hasta 1944, fecha en la que sus herederos la venden a Don Salvador Guardiola Fantoni, que en 1945 se traslada con su familia a vivir en ella. Es un edificio de estilo neobarroco con su extensa fachada de ladrillo y un reloj de sol en el ático.
La casa-palacio de Guardiola ocupa 1.490 metros de superficie y tiene un total de 2.500 metros construidos. Conserva las dependencias características de una casa señorial: habitaciones, comedores y salones de invierno y de verano, capilla, biblioteca, patios con columnas, terraza, cuadras, jardín...
La casa se encuentra en perfecto estado de mantenimiento y habitabilidad y esta está orientada y preparada desde su apertura para ofrecer una profesionalidad, servicio y cocina del máximo nivel.
Los patios y salones están disponibles para la celebración de eventos distinguidos, tanto para empresas como para particulares.
 


 El Palacio de Yanduri fue construido entre 1901 y 1904 por los Marqueses de Yanduri, se cree que reproduciendo unos planos franceses, primero por el arquitecto Antonio Rey y Pozo y segundo, tras su muerte, por el arquitecto Jacobo Galí y Gasseta quien finalmente lo concluyó.
La Casa-Palacio de Yanduri está unida con los Reales Alcázares a través de la Huerta de la Alcoba, donde hoy se asienta el Jardín Inglés, con puerta directa para que sin salir de los mismos, la Reina Victoria pudiese visitar a su amiga la Marquesa de Yanduri.
En este lugar, antes de existir el palacio, nació Vicente Aleixandre, en 1898 cuando era el edifico de la antigua Intendencia.


Al adentrarnos por la Avenida de la Constitución, podemos ver en la acera de la izquierda el Edificio Coliseo, también conocido como Teatro Coliseo España.
 El edificio fue proyectado en origen como cinematógrafo en el año 1924 por los hermanos José y Aurelio Gómez Millán, sobre el solar de antiguo convento de Santo Tomás. Inicialmente se llamó Cine Reina Mercedes, pero unos meses antes de la Exposición Iberoamericana de 1929 ya era Teatro Reina Victoria, tras su reducción de aforo y ampliación del escenario, inaugurándose el día 3 de diciembre de 1931 como “Coliseo España”.

De claro estilo regionalista, se trata de uno de los mejores edificios dentro de esta tendencia, y se enmarca en el conjunto de operaciones urbanas que a partir de 1911 se realizan en la ciudad con motivo de la citada Exposición.
Sobre un solar de planta casi rectangular, presenta tres de sus fachadas libres, pues sólo queda adosado por uno de sus lados menores. De las tres fachadas de este edificio, las dos principales (a la Avenida de la Constitución y a la calle Adolfo Rodríguez Jurado) se trataron con exquisito gusto, combinando el ladrillo tallado visto, trabajado de forma monumental, con los paños de cerámica vidriada tratados a modo de grandes tapices, o los elementos de hierro forjado,la madera e incluso el mármol. Son muy notables las dos torres miradores de las esquinas de la fachada menor, con ricos artesonados y remates de hierro; el uso de las pilastras en la ordenación de sus tramos, el tratamiento de las marquesinas, y en general los elementos y motivos decorativos utilizados en todo el conjunto.
 Respecto a la decoración interior, sus vestíbulos, uno en cada una de las dos fachadas principales, contenían pinturas murales con motivos “costumbristas” que hacían alusión al mundo del teatro, destacando además en el edificio los apliques de bronce dorado y la gran lámpara central de bronce y cristal, con 180 puntos de luz, 6 m. de alto y 4 m. de diámetro.
El edificio fue sustancialmente adaptado para una entidad bancaria entre los años 1975 y 1979 por los arquitectos José María Chapa y Galindo y Fernando Gómez Estern. Para ello se vació completamente su interior, dejando sólo las fachadas, que en la actualidad conservan su estado original.
Bien de Interés Cultural, el edificio del Coliseo está catalogado como monumento, y así figura publicado en el BOE con fecha de 1971.










 
En la acera de enfrente se ubica la oficina de turismo de la Junta de Andalucía.
A continuación de la oficina se encuentra el "Arquillo de Mañara", resto de una puerta del Alcázar almohade. En la embocadura, junto al Alcázar, se entraba también por otro arquillo, que desapareció a finales del siglo XIX junto con las murallas.


 



 




En la esquina con la calle Santo Tomás podemos observar una antigua torre almohade que se conserva, la Torre de Abdel Aziz, torre almohade del siglo XIII.









Enfrente se encuentra el Archivo de Indias. Este edificio antigua Casa Lonja de mercaderes, comenzada a construir en 1584.
Tras el descubrimiento de América, y la elección de Sevilla, como puerto exclusivo del comercio con este continente, se incrementó la actividad comercial de la ciudad. El lugar utilizado por los comerciantes para llevar a cabo sus actividades mercantiles eran las gradas de la Catedral. Su punto central era la denominada fuente del Hierro, enclavada en el lugar que actualmente ocupa la Iglesia del Sagrario.
Durante la segunda mitad del siglo XVI, el Cabildo de la Catedral, para evitar los excesos cometidos por los comerciantes, que no dudaban en culminar sus acuerdos en el interior del templo, en los días de lluvia, instaló columnas con cadenas en los alrededores del templo y contrató alguaciles que evitaran el paso por la calle, de animales de carga. Antes las quejas del Cabildo Metropolitano, el rey Felipe II decidió la construcción de un edificio para sede de la Lonja, que se llevaría a cabo en la misma Avenida, junto a la Catedral.
En el siglo XVII fue sede de la primera Academia de Bellas Artes de Sevilla, de la que Bartolomé Esteban Murillo fue su primer presidente.
Es de estilo manierista, con influencia herreriana. En tiempos de Carlos III este edificio se adaptó para Archivo de Indias, hoy día es el archivo americanista más importante del mundo, donde se guarda toda la documentación del Nuevo Mundo durante el periodo de colonización española.
Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987.


 
Si continuamos por la calle Santo Tomás llegamos a los Reales Alcázares, al cual se accede por la Puerta del León.
El origen del Alcázar, lo podemos situar en la época del primer Califa andaluz Abd Al-Rahman III, quien sobre un antiguo asentamiento romano y más tarde visigodo, donde al parecer estuvo la basílica de San Vicente Mártir y fuera enterrado San Isidoro, decide edificar su Alcázar en el año 913 de nuestra era, después de la revuelta contra el gobierno de Córdoba.
Durante el siglo XI, el segundo de los reyes taifas, Al-Mutamid, amplía hacia poniente las primitivas estructuras palatinas y levanta su nuevo Palacio llamado "Al-Mubarak" (La Bendición), con entrada por donde hoy se encuentra el arquillo de Mañara o de la Plata.
Desde la Reconquista de Sevilla en 1248 por Fernando III, ha sido residencia real desde entonces y es la más antigua del mundo en uso. Los distintos monarcas que la han habitado, empezando por Pedro I “el cruel” o “el justiciero”, que comienza las obras del antiguo palacio musulmán para transformarlo en un palacio mudéjar, lo han reformado hasta el siglo XIX. Sus jardines, fuentes, patios, salones, etc. han ido incrementando su valor histórico y artístico, ya que conviven en un mismo recinto distintos estilos decorativos.
Declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1987.


 

Frente a los Reales Alcázares se extiende la Plaza del Triunfo, la cual toma su nombre por el templete o triunfo que se levanta en ella, erigido en acción de gracias tras el terremoto de Lisboa en 1755,el cual destruyó la capital portuguesa y que hizo sentir sus efectos devastadores en un amplísimo espacio geográfico. Fue diseñada por el maestro mayor de la catedral José Tomás Zambrano, concluyéndose en 1757.
Prototipo de monumento barroco de exaltación religiosa y entendido como triunfo de la fe, está formado por una gradería compuesta de tres escalones de perímetro cuadrangular a la manera de vástago (Conjunto del tallo y las hojas), con incrustaciones de mármol blanco, rojo y negro. Estos elementos llevan en sus frentes anterior y posterior bajorrelieves con representación de Santa Justa y Rufina , y los jarrones de azucenas del Cabildo Catedral. Se remata con un pequeño templete que alberga la imagen de la Virgen con el Niño, llamada Virgen del Triunfo y también Virgen del Patrocinio, y se corona con una cruz. Se encuentra rodeado por una reja de hierro fundida por Juan de Mencía.
A consecuencia del Terremoto de Lisboa de 1755 se levantó el Monumento o Triunfo en el lugar donde se terminó la misa catedralicia, que quedó interrumpida por el movimiento sísmico. Desde entonces quedó la costumbre de celebrar una Misa de acción de gracias anualmente en esta plazuela, delante de dicho monumento. En su base hay una inscripción esculpida en piedra que dice:
“Sábado, 1 de Nov. Año 1755 a las 10 de la mañana hubo general y pavoroso terremoto el que se creyó asolaba la Ciudad, y sepultaba a sus moradores en la ruina, pues se estremecieron violentamente los edificios cayendo algunos y parte de las iglesias, En la Patriarcal con espantoso horror llovieron parte de sus bóvedas, cayeron pilares de los elementos de su Torre, Siendo sin número el concurso nadie se sintió lastimado, En toda Sevilla solo 6 personas perecieron deviendo las demás sus vidas la Ciudad su consistencia al Patrocinio de la que es Madre de Dios y Misericordiosa María Stma. En cuyo honor perpetuo agradecido monumento mandaron poner los Ilmos. Sres. Deán y Cabildo e hacer este Triunpho en el sitio mismo que se dixo la Misa y cantó Sexta en aquel día”
Monumento a la Inmaculada Concepción. Los sevillanos siempre fueron defensores y creyentes de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En Sevilla se celebraba la fiesta por ello de manera popular ya en el siglo XVII y en el año 1854, el Papa Pío IX proclama el Dogma de la Inmaculada Concepción de María (dogma: verdad revelada por Dios y declarada como cierta e indudable por la Iglesia). 


Ante la llegada de la Exposición Iberoamericana a la ciudad en 1929, se crea un proyecto de reurbanización del barrio de Santa Cruz, el cual incluye reformas en la plaza con un proyecto de Juan Talavera y Heredia, y se colocó el Monumento a la Inmaculada Concepción con esculturas de Lorenzo Coullaut Valera en 1918. Está realizado en mármol de Carrara. En la parte superior se encuentra la figura de la Virgen inspirada en la “Inmaculada de Murillo” que pintó para el Hospital de los Venerables.
Abajo, en su pedestal, como homenaje especial el escultor esculpe las estatuas de cuatro personajes del siglo XVII: el poeta Miguel Cid, el escultor Juan Martínez Montañés, el pintor Bartolomé Esteban Murillo y el teólogo jesuita Juan de Pineda, por defender el dogma de María. El monumento se inaugura en 8 de diciembre de 1918.
En 1927 jóvenes estudiantes comienzan tomar como costumbre cantarle la salve y ofrecer flores a la imagen de la Virgen, en la madrugada del 8 de diciembre cada año. En la actualidad son las tunas de Sevilla desfilan, por orden de antigüedad, cantando sus canciones a los pies del monumento.

Al otro lado de la plaza se encuentra la Catedral, es la tercera mayor del mundo tras San Pedro en Roma y San Pablo en Londres, además es el mayor templo gótico del mundo.
“Hagamos una Iglesia que los que la vieren labrada nos tengan por locos”, así tradujo el pueblo lo que habían decidido en sus reuniones los canónigos de Sevilla en 1401. Estaban dando a luz, sin saberlo del todo, esta maravilla que hoy contemplamos y cuya historia resulta sorprendente.
 
En ella destacamos la Capilla Real diseñada por Martín Gainza en 1551 y con cúpula de Hernán Cortés II, en ella se encuentra la Virgen de los Reyes, talla gótica del siglo XIII, que acompañó a Fernando III en la conquista de la ciudad, es la actual patrona de Sevilla. El Retablo Mayor es la mayor construcción de este tipo de cristiandad, cuya obra duró más de 80 años (1480-1560). Encontramos obras como el Cristo de la clemencia en la Sacristía de los Cálices, tallado en 1603 por Martínez Montañés, junto a otras esculturas de Juan de Mesa, Alonso Cano, etc. Junto a la puerta del Príncipe se encuentra el sepulcro de Cristóbal Colón, diseñado por Arturo Mélida en 1891 para la catedral de la Habana y colocado aquí en 1902.
Las vidrieras, portadas capillas son numerosas y todas ellas con detalles religiosos y cargadas de simbología para el mundo cristiano. Tras el museo de Bellas Artes, la Catedral es la segunda pinacoteca de la ciudad, por los innumerables lienzos que se guardan en su interior. Se pueden ver cuadros de Murillo, Zurbarán, Goya, entre otros. Frescos como el de Nuestra Señora de la Antigua, realizados en el siglo XIV, a la que se encomendaban los viajeros que partían hacia América.
En las obras de orfebrería, destaca en plata la Custodia procesional, repujada entre 1580 y 1587 por Juan de Arfe, y la urna que contiene el cuerpo incorrupto de San Fernando, realizado por Juan Laureano de Pina en 1719. Otros espacios que debemos de ver son la Sacristía de los Cálices, en cuyo interior se conservan un trozo del madero de Jesucristo, espinas de la corona, huesos de santos… otros espacios son la Sacristía Mayor y la Sala Capitular.


Desde la Catedral podemos acceder por una de las puertas al Patio de los Naranjos, antiguo patio de la mezquita almohade. Y por otra puerta entraremos en la antigua torre alminar de la mezquita, llamada actualmente Giralda. Se comenzó a construir en 1184 por orden del sultán Abu Yusuf Yaqub Yusuf, que encarga su construcción al arquitecto Ahmad ibn Baso, su base es de piedra y procede de otros edificios romanos.
Hoy día está coronado con una veleta colocada en 1568, que simboliza el triunfo de la Fe. Llamada Giraldillo por vía popular pues gira sobre si misma con la acción del viento: es una veleta y da nombre a la torre que la sostiene. En la mano izquierda sostiene una palma símbolo del cristianismo. En la cabeza lleva un capacete y va vestida heroicamente como una auténtica Minerva cristianizada. Podemos subir por su interior a través de rampas realizadas en ladrillo, por la que antiguamente subía el muecín a caballo. Desde el campanario podemos contemplar una magnífica panorámica de la ciudad.
La Catedral fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la UNESCO.
    
Tenemos que hacer referencia a una tradición muy antigua, según se puede apreciar por los textos que se manejan, y que resulta desconocida todavía para muchos sevillanos: Las lágrimas de San Pedro. La referencia más antigua que tenemos data de 1403, cuando el infante D. Carlos por la toma de Antequera ordena celebrar regocijos por la noche de san Pedro desde la Giralda. En varias etapas se interrumpe esta tradición y se reanuda.
Hemos de llegar al año 1986, la corporación eclesiástica se decide a autorizar la reanudación de tan larga tradición en la catedral de Sevilla.
Su liturgia es la siguiente: el día 28 de Junio de cada año, a las doce de la noche, seis clarineros (actualmente de la Banda del Sol), acompañados por siete alabarderos, todos con uniforme de gala, entran por la puerta de Campanillas de la catedral y tras adorar al Santísimo en la Capilla de la Virgen de los Reyes, se dirigen a la entrada de la Giralda. Allí quedarán formados los siete lanceros, siguiendo hasta el campanario los seis clarineros.
Una vez arriba, en el cuerpo de campanas, comienzan a tocar una melodía que se repite tres veces, en recuerdo de las tres negaciones de San Pedro, desde cada una de las caras del campanario: la primera hacia el Alcázar, después hacia el Aljarafe, la plaza de san Francisco y la plaza de la Virgen de los Reyes.
Este rito se repite en la mañana del día 29, festividad de San Pedro a las 9,30h. y a las doce del mediodía. Desde hace unos años la Giralda anuncia la fiesta de san Pedro con un toque solemne de campanas.

Por la calle Joaquín Romero Murube, aledaña a las murallas del Alcázar, subimos a la plaza de la Alianza. El nombre original de la plaza fue "Consuelo" en el siglo XV; más adelante, en el siglo XVI se conoció como la del Pozo Seco (que lo tomó por uno que había en su ámbito), y a partir de 1.830 esta plaza toma su nombre actual de Plaza de la Alianza por una popular taberna así llamada, hoy desaparecida.


 Su espacio físico surgió al segregarse unos terrenos en 1.869 de la calle Rodrigo Caro y su aspecto actual es el resultado de las reformas llevadas a cabo para la reurbanización del Barrio Santa Cruz por el marqués de Valle Inclán, según el diseño del arquitecto D. Juan Talavera Heredia.
En 1.965 se coloca la fuente de formas barrocas dieciochescas, que estaba instalada en el Jardín de las Delicias, y se abre una calle lindando con la muralla del Alcázar que la une con la Plaza del Triunfo, obra promovida por el que fue director-conservador de los Reales Alcázares D. Joaquín Romero Murube.
Según la leyenda de Don Juan Tenorio se dice que la casa de Doña Ana de Pantoja (prometida de Don Luis Mejía, el galán rival de Don Juan Tenorio).

En esta plaza también se encontraba la Galería de John Fulton, el cual  nació en Filadelfia, Estados Unidos, el 25 de mayo de 1932.
En los años cincuenta decidió hacerse torero y gracias a una beca para estudiar pintura se mudó a México, donde empezó a entrenar mientras continuaba sus estudios de pintura así como su descubrimiento e interés por otras bellas artes relacionadas con el tema taurino. Tras sus estudios viajó a España y retomó su empeño en ser torero. En 1961 logró ser incluido como novillero en algunas plazas de importancia y en 1963 alcanza el grado de matador, que solo alcanzan los novilleros tras conseguir algunos méritos determinados. En Las Ventas, Madrid, confirma su alternativa en octubre de 1967.
Entre la obra pictórica de John Fulton sobresalió e impresionó su técnica utilizando la sangre de los toros, igualando así el arte ancestral de los primitivos matadores-pintores que tenían que limitarse en sus obras a los medios naturales, en algunos casos tomados de los animales que mataban. También destacó en la pintura sobre roca aprovechando los colores de esta misma y la pintura de carteles, como en el diseño de trajes de luces, como se denomina al atuendo de los toreros. También fue escritor.
Tras su muerte en 1998, su galería en la plaza de la Alianza de Sevilla siguió viva poco tiempo. Tras ser vendido el inmueble, The John Fulton Society colocó allí una placa para recordarle.



 Es una plaza muy transitada por los turistas y desde ella se contempla una magnífica vista de La Giralda junto a un soberbio azulejo que representa al Cristo de las Misericordias de la Hermandad de Santa Cruz, envuelto por el vivo color de una buganvilla roja.







 

Continuamos por la calle Pasaje de Andreu, donde giraremos la primera calle a la derecha hasta llegar a la Plaza de Doña Elvira.

 

Esta plaza surgió en la reurbanización que se hizo del barrio entre 1911 y 1918, dirigida por el arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia. En el siglo XVII estuvo en este solar un afamado corral de comedias. Y la leyenda popular sevillana dice que aquí estaba la casa de Don Gonzalo de Ulloa, padre de la Doña Inés, del "Don Juan Tenorio" de Zorrilla. Toma su nombre por ser Doña Elvira de Ayala, la heredera de su padre, el famoso Canciller Don Pedro López de Ayala, quien recibió de Enrique III la antigua aljama y bienes de los judíos.

Seguiremos caminando por la calle Vida. En el Barrio Santa Cruz hasta los nombres de sus calles tienen encanto. Curiosamente la calle Vida corre paralela a la antigua calle Muerte, hoy calle Susona, y de ella arranca el Callejón del Agua. El Agua se une a la Vida y esta corre paralela a la Muerte. El ensanchamiento al final de la calle, donde comienza la calle Agua, se llamó antiguamente "Plaza de la Carnicería del Alcázar" ya que en ella se desarrollaba esa actividad.







Si giramos a la derecha entramos en la calle Judería, a través del Arco de las Cadenas, al fondo a la izquierda encontramos una de las puertas de servicio del Alcázar y casas adosadas a sus murallas. Las casas de esta calle son propiedad del Alcázar, y antiguamente eran residencia del personal a su servicio.
Esta calle tiene una disposición muy peculiar: se inicia en el Patio de Banderas, pasando bajo algunas casas. Cruza bajo una de las torres de la muralla, con un acceso "en recodo", y sigue en el exterior de la muralla del Alcázar, con una fuente en el rincón formado por una de las torres del Alcázar, llena el silencio que nos rodea con su incesante gorgoteo. Y una lápida conmemorativa dedicada al poeta sevillano a Luis Cernuda, donde se puede leer un pasaje de su obra Ocnos, llamado:”El Magnolio”.
Al llegar a este lugar es necesario hablar de lo que en estas calles aconteció allá por 1391. Esta fecha en la ciudad de Sevilla convivían sin dificultades judíos, moriscos y cristianos. En la primavera del mismo año, el Arcediano de Écija, don Fernando Martínez, comenzó a recorrer la ciudad, arengando y exhortando a los sevillanos en contra de la raza judía.





Desde la conquista de Sevilla por Fernando III, la autoridad de los reyes, había velado por respetar y hacer respetar los derechos de las minorías hebrea y musulmana, dejándoles el libre culto de sus religiones respectivas, en una mezquita, sita en la Plaza de San Pedro actual y las tres Sinagogas, (una en lo que ahora es la Plaza de Santa Cruz, otra en lo que ahora es iglesia de Santa María la Blanca y otra en el actual templo de San Bartolomé).
Ocurrió que, don Fernando Martínez, llevó sus predicaciones mucho más allá de lo que la prudencia aconsejaba, soliviantando los ánimos populares contra los judíos, bajo un acendrado fervor religioso.
En el mes de marzo estalló al fin el odio sembrado por el Arcediano de Écija, promoviéndose un motín popular, en el que los plebeyos, entraron, por el barrio de la Judería saqueando tiendas y maltratando a sus moradores. Al saber la noticia, acudieron con alguaciles D. Alvar Pérez de Guzmán (Alguacil Mayor de la Ciudad) y los Alcaldes Mayores, D. Ruí Pérez de Esquivel y D. Fernando Arias de Cuadros.

Fueron apresados dos de los alborotadores, siendo condenados a unos cuantos azotes. Esta impunidad, alentó al populacho que, enardecido con nuevas palabras del Arcediano de Écija, el día 6 de junio a los gritos de "muerte a los judíos", entraron nuevamente en el ya saqueado barrio. Esta vez, el pueblo bajo no se detuvo en saquear sino que, con cuchillos, dagas y herramientas se dieron a buscar a los judíos persiguiéndoles como a las fieras por las estrechas calles de la Judería.


En aquel entonces la Judería comprendía los actuales barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, y estaba separado del resto de la ciudad por un muro (casi muralla), que bajaba desde el comienzo de la calle Conde Ibarra, pasando por la plaza de las Mercedarias, hasta la muralla de la ciudad.
 Así, el barrio judío quedaba encerrado, por un lado, por el muro del Alcázar, callejón del Agua arriba. Por otro lado, por ese muro de la calle Conde Ibarra; por abajo por la muralla de la ciudad que iba bordeando la puerta de Carmona, Puerta de la Carne, a enlazar con el Alcázar. Y por arriba otro muro desde Santa Marta al Alcázar y por Mateos Gago a Conde de Ibarra. Este barrio judío solamente tenía dos puertas, una en Mateos Gago, y otra, la Puerta de la carne, que daba al campo. Por ambas puertas, se precipitó el populacho, para impedir la huida de los hebreos. Hombres, mujeres y niños fueron degollados sin piedad en las calles, en sus casas, y en las sinagogas. La matanza duró un día entero y perecieron la enorme cifra de cuatro mil criaturas. Los pocos supervivientes, huyeron a las fueras de Sevilla. Pasado algún tiempo y no sin recelo, volvieron algunas familias judías y reconstruyeron sus tiendas y sus casas, pero esto, no hizo que volviera a ser el barrio considerado como judío.
De las tres Sinagogas que existían por aquel entonces, fueron expropiadas y convertidas. Los judíos de Sevilla no volvieron a reponerse de aquel exterminio; por lo cual, el decreto de expulsión de los judíos (dictado por los Reyes Católicos en 1492) fue notado en todas las ciudades del reino, menos en Sevilla, de donde no se expulsó prácticamente a nadie, puesto que no había ya judíos en la ciudad.
 

Volvemos a la calle Agua, que corre paralela a los jardines del Alcázar. También llamada "Callejón del agua" y antiguamente "Muro del agua". Es un adarve, es decir, una calle que circula pegada a la muralla de la ciudad. Este tramo de la muralla lleva en su interior dos tubos que conducían el agua de los Caños de Carmona hasta los jardines de los Reales Alcázares; y de aquí tomó el nombre la calle.
En esta zona llama la atención las casas, decoradas con numerosas plantas, macetas e hiedras, muy interesante la casa número 2, que recuerda en su fachada con una placa de bronce a Washington Irving, obra de Mariano Benlliure, y que cuenta con uno de los patios más característicos de las casas señoriales sevillanas cuajado de macetas. También nos encontraremos, en otra de sus señoriales casas, con una lápida dedicada al Marqués de la Vega Inclán, primer Comisario Regio de Turismo, responsable a principios del siglo pasado de la actual reordenación del Barrio Santa Cruz.



A través de un pequeño arco llamado Callejón del agua llegamos a la calle Susona, antigua calle de la Muerte.
Los judíos sevillanos, tras la persecución de que fueron objeto en 1391, habían obtenido la protección de la Autoridad Real, y vivían con ciertas garantías, pero no por ello se sentían del todo seguros, y soportaban innumerables vejaciones. Esto despertó en algunos de ellos un rencor que pronto había de convertirse en afán de venganza.
Y al efecto, un judío muy principal llamado Diego Susón ideó un plan que habría de sembrar el terror en Sevilla, y con la idea, quizá, de organizar un general levantamiento de judíos en todo el reino.
Recordaban los judíos que las persecuciones de los visigodos dieron ocasión a que los judíos de aquel entonces organizasen arteramente una rebelión, al mismo tiempo que facilitaron a los árabes la invasión de España. Ahora quizá podrían hacer lo mismo. Así comenzaron en casa de Diego Susón a celebrarse reuniones secretas para estudiar el plan de la que sería la gran sublevación judía de España.
Tenía Diego Susón una hija, a la que por su extraordinaria hermosura se llamaba en toda Sevilla la fermosa fembra“. Y ella, engreída por la admiración que despertaba su belleza, llegó a hacerse ilusiones de alcanzar un alto puesto en la vida social. Así, a espaldas de su padre, se dejaba cortejar por un mozo caballero cristiano, uno de los más ilustres linajes de Sevilla, que tenía en su palacio un escudo de gloriosa heráldica.La bella Susona se veía a escondidas con el galán caballero, y no tardó en ser su amante.

Cierto día, cuando Susona dormía en su habitación, se reunieron en la casa los judíos conjurados, para ultimar los planes de la sublevación. Pero Susona no dormía porque como todas las noches, aguardaba a que su padre se acostase para huir sigilosamente de la casa, a reunirse con su amante hasta el amanecer.Susona escuchó palabra por palabra toda la conversación de los conspiradores, y mientras tanto, su corazón latía angustiado, pensando que entre los primeros a quienes darían muerte estaría su amante, que era uno de los caballeros principales de Sevilla.
Aguardó a que terminase la reunión de los judíos y cuando todos se marcharon y su padre se acostó, la bella judía abandonó la casa, marchó por las calles de la Judería hacia la actual Mateos Gago, por donde se salía del barrio. Desde allí se dirigió a casa de su amante y entre sollozos le refirió todo lo que había oído.Inmediatamente el caballero acudió a casa del Asistente de la Ciudad, que era el famoso don Diego de Merlo, y le contó cuanto la bella Susona le había dicho.Acto seguido, don Diego de Merlo, con los alguaciles más fieles y de confianza, bien armados, recorrió las casas de los conspiradores, y en pocas horas los apresó a todos. Pasados unos días, todos ellos fueron condenados a muerte y ejecutados en la horca de “Buena Vista“, en Tablada.
El mismo día que ahorcaron a su padre, la fermosa fembra reflexionó sobre su triste suerte. Aunque su denuncia había sido justa, no la había inspirado la justicia, sino la livinidad, pues el motivo de acusar a su padre fue solamente para librar a su amante y poder continuar con él su vida de pecado. Atormentada por los remordimientos, acudió Susona a la Catedral, pidiendo confesión. El arcipreste la bautizó y le dio la absolución, aconsejándole que se retirase a hacer penitencia a un convento, como así lo hizo y allí permaneció varios años, hasta que sintiendo tranquilo su espíritu volvió a su casa donde en lo sucesivo llevó una vida cristiana y ejemplar.
Finalmente, cuando murió Susona y abrieron su testamento encontraron una cláusula que decía: “Y para que sirva de ejemplo a las jóvenes y en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto, separen mi cabeza de mi cuerpo, y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás.


Se cumplió el mandato testamentario, y la cabeza de Susona fue puesta en una escarpia sobre el dintel de la puerta de su casa, que era la primera de la calle que hoy lleva su nombre. El horrible despojo secado por el sol, y convertido en calavera, permaneció allí por lo menos desde finales del siglo XV hasta mediados del XVII según testimonios de algunos que la vieron ya entrado el 1600. Por esta razón se llamó calle de la Muerte, cuyo nombre en el siglo XIX se cambió por el de calle Susona que ahora lleva.



Por esta calle llegamos a la calle Pimienta, se trata de una calle interior de acceso exclusivamente peatonal debido a la acusada estrechez entre sus dos frentes de casas y de muy corto recorrido. En una de sus casas una inscripción en la fachada nos recuerda que en ella vivió la gloria del teatro español Doña María Guerrero, y en ella se puede leer: "...Lo mejor del mundo... España, y de España... lo andaluz, de lo andaluz... Sevilla, y en Sevilla... Santa Cruz...".Otro azulejo nos indica que allí vivió Don José Sebastián Bandarán, canónigo de la S. I. Catedral de Sevilla, en la casa rotulada como "Casa Bandarán"; y en otra, la casa nº 6, como "Antigua Casa del Maestro" recientemente restaurada y que cuenta con unos preciosos apartamentos; en la casa nº 7 otro azulejo en su fachada la identifica como la "Antigua Casa del Torero".


Al salir de esta calle nos adentramos en la Plaza de los Venerables, de los Venerables, donde se encuentra el Hospital, fundado en 1675 por el canónigo D. Justino de Neve, con la finalidad de ser la residencia de los sacerdotes ancianos, pobres e impedidos. Con los medios aportados por la hermandad fundadora, la de el Silencio, la limosna y facilidades de los monarcas, la institución se mantenía, pero llegado el año 1805 la institución llegó a su límite, casi no tenía medios para sustentarse.
 En el año 1840 el hospital se convirtió en fábrica de tejidos por lo que los hospedados fueron trasladados a una de las salas del
Hospital de la Caridad que habilitaron para ellos. Las quejas de la hermandad fundadora consiguieron que en el año 1848, bajo una Real Orden, le fueran devueltos sus bienes, regresando los venerables sacerdotes de nuevo a su antiguo hogar.
En su interior encontraremos uno de los más bellos patios sevillanos, con una fuente central escalonada en el pavimento diseñado por el arquitecto Leonardo de Figueroa. Su iglesia se inauguró en 1698, y está consagrada en honor de San Fernando, conquistador de la ciudad. En su interior encontraremos pinturas murales en el presbiterio y en la sacristía, cuyos autores son Valdés Leal y su hijo Lucas que realizó las de la bóveda y los muros de la nave.
Actualmente es la sede de la Fundación Focus-Abengoa, a la que se le cedió el edificio temporalmente por la Hermandad de los Venerables y el Arzobispado de Sevilla. Tras el largo y costoso proceso de restauración, no sólo arquitectónico, sino también de sus pinturas, esculturas, orfebrería, tallados, etc., se ha configurado como uno de los testimonios más completos y conservados del patrimonio barroco español.
 El Centro Velázquez es un centro expositivo que tiene su origen en julio de 2007, con la adquisición por la fundación Focus del cuadro Santa Rufina atribuido a Diego Velázquez por un importe de 12,4 millones de euros. Se han adaptado algunas estancias del Hospital para la exposición del citado cuadro y lo que es la exposición permanente del Centro.
La Plaza de los Venerables es llamada así desde el año 1868.






 Aquí se encuentra la Hostería del Laurel. Este hotel-restaurante es muy conocido y visitado por todo tipo de visitantes. El escritor José Zorrilla se alojó aquí mientras escribió su obra más conocida:”Don Juan Tenorio”. Se dice que gran parte de su inspiración para la creación de sus personajes y encuadre de la historia vino dado por aquello que le rodeaba en aquel momento.
A la salida tomaremos por la calle Justino de Neve. Se estima que en 1665 la cifra de extranjeros residentes en Sevilla rondaban los siete mil, aunque lógicamente no todos ellos dedicados al comercio. Algunos se habían integrado plenamente en la ciudad tras hacer fortuna: Justino de Neve, protector de la iglesia de Santa María la Blanca y del Hospital de Venerables, para los que encargó a Murillo algunas de sus obras maestras, procedía de una de aquellas familias de antiguos comerciantes flamencos establecidos en la ciudad ya en el siglo XVI.
Atravesaremos de nuevo la calle Agua hasta llegar a la Plaza Alfaro, puerta de acceso a los jardines de Murillo, cuya creación es de 1911, cuando fueron cedidos por el Alcázar bajo Orden Real a la ciudad, ya que pertenecía a su antigua huerta. Esta Plaza de Alfaro se denominó en la última mitad del siglo XVI como Plazuela del Obispo de Squilache, al vivir en ella Don Alonso Fajardo que fue canónigo de Sevilla y Obispo de Squilache, fundador del Convento de las Vírgenes en 1.587. Su actual nombre lo toma del célebre jurisconsulto Don Francisco de Alfaro, quien nació en dicha Plaza.
Presidiendo la plaza a la entrada de los jardines de Murillo se puede disfrutar de un templete ajardinado, en cuyo interior se encuentra una pequeña fuente, inactiva actualmente.


Desde la Plaza de Alfaro llegamos a la Plaza de Santa Cruz, una de las estampas más conocidas de Sevilla. Aquí estuvo situada la antigua parroquia de Santa Cruz, en la cual fue enterrado Murillo, anteriormente fue una de las tres sinagogas con las que contaba el barrio. Fue destruido por la invasión francesa, en el centro se levanta una preciosa cruz de hierro de cerrajería. Esta plaza se encuentra rodeada por Jardines y árboles y en torno a ella hay numerosas casas señoriales además de varios Restaurantes donde podremos degustar algunas tapas típicas de la ciudad y el famoso tablao flamenco, "Los Gallos".
Una lápida colocada por la Academia de Bellas Artes en 1858, recuerda que en este lugar fueron enterrados los restos del célebre pintor.








A continuación llegaremos a la calle Mezquita, la cual desemboca en la Plaza de Refinadores. En esta Plaza de los Refinadores nació el poeta dramático Don Diego Ximénez de Enciso. En esta plaza se levanta la estatua erigida en honor de Don Juan Tenorio, mito literario por sus conocidas conquistas femeninas, inmortalizado a la sombra de cinco palmeras.

Don Juan Tenorio es un drama romántico publicado en 1844 por José Zorrilla.






 

Por el callejón Mariscal llegamos a la calle Cruces. Al inicio de la calle se encuentran tres cruces empotradas en una pared, de madera pintadas de verde, dos al principio de la calle y otra casi a la mitad, y que se remontan al siglo XV. Estas cruces le dieron su nombre antiguo de calle de las Cruces Verdes, y también calle de las Tres Cruces.El final de la calle se ensancha tanto que parece una verdadera plaza (que muchos llaman equivocadamente "plaza de las Cruces"), y el fondo de la "plaza" pertenece a la calle Doncellas. De hecho, antiguamente se llamó el lugar plazoleta de los Cuatro Vientos.
Este ensanche está presidido por un "calvario", esto es, tres columnas de piedra coronadas por cruces de hierro forjado. Todo se asienta sobre un pedestal de ladrillos y está cerrado por una reja con faroles en las esquinas.


A estas alturas de historia, alguno de vosotros se habrá preguntado el por qué de estas cruces en la pared, ¿verdad?, ¿Quizá porque la pared pertenecía a un lugar santo?, ¿Un convento, una iglesia, un lugar de peregrinación, quizá?, ¿Era una estación de algún Vía Crucis cercano?...La respuesta a todas estas preguntas es negativa. La verdadera razón estoy seguro que les va a sorprender: "por razones higiénicas y sanitarias".

El barrio de Santa Cruz, por su idiosincrasia y configuración urbanística, era lugar de concurrencia de bebedores, tunantes, amigos de las tabernas, noctámbulos pendencieros y tunos pandereteros dedicados al buen vivir. Estos especímenes de la baja estopa social, después de beber en las tabernas, desaguaban la vejiga urinaria en cualquier esquina o callejuela estrecha donde no hubiera un candil cercano. Este líquido dejaba un olor nauseabundo en la calle y, en muchas ocasiones, ayudaba a que los bajos de las paredes mal encaladas se deterioraran. En el caso de la "Calle de las Cruces", alguien tuvo la idea de otorgar a la misma cierto cariz religioso apelando al altísimo para que los bebedores fueran a "pecar" a otra esquina lejos de allí, simplemente querían que,(apoyados lógicamente por una sociedad marcadamente religiosa) el lugar tomara cierto hábito de santidad para que nadie osara hacer sus necesidades delante de la cruz de Cristo. En un principio, 1490, las cruces fueron de madera sin barnizar, pero, con el tiempo, se pintaron de verde, lo que dio lugar a que la calle tornara su nombre añadiéndole el adjetivo del color al nombre original.

Nos dirigimos a la calle Ximénez de Enciso, aquí se encuentra la Casa de la Memoria de Al-Ándalus, centro de interpretación del patrimonio cultural dedicado en exclusiva a la cultura andalusí. Cuentan que la memoria es la única que puede salvarnos de la decadencia de la destrucción. Cuando la memoria sufre algún daño, la identidad se desintegra, se tambalea, tiende a desvirtuarse. La historia de Al-Ándalus forma parte de nuestra memoria, y sin embargo ha sido reducida a un azar histórico o reclamo turístico. Por este motivo se inaugura en 2001 su biblioteca y centro de documentación, con el objetivo de convertirse en un “lugar del saber”. Pretende “hacer memoria” de este largo y complejo periodo histórico que forma parte de nuestra identidad. El pensamiento, la música, la gastronomía, las minorías mozárabes, moriscas y judías; la ciencia, las mujeres de Al-Ándalus, la literatura, el agua, la agricultura, los viajes y viajeros son algunas de las áreas temáticas de su fondo bibliográfico-documental.
Más adelante llegamos a la calle Mesón del Moro, La calle Mesón del Moro se llama así por la existencia de un mesón para moros establecido por los Reyes Católicos a comienzos del siglo XV, se cree que en él Quevedo escribió su novela picaresca El Buscón. En la parte más estrecha de la calle Mesón del Moro se conservan, restaurados unos baños árabes del siglo XII en los que actualmente se sitúa un restaurante.
En la esquina de la calle con la de Mateos Gago se encuentra una casa, de particular fachada, que recuerda a lacasa de las conchasde la ciudad de Salamanca, por la decoración exterior que posee el edificio.
Esta calle desemboca en la Calle Mateos Gago. Antiguamente se llamó "Borceguinería", y desde 1893 se dedicó a Francisco Mateos-Gago Fernández (1827-1890), profesor de la antigua Facultad de Teología de la Universidad de Sevilla.La calle Borceguinería era estrecha y tortuosa. La Hermandad de Santa Cruz reclamaba un arreglo de la calle, puesto que sus pasos no cabían por ella y le obligaba a dar un considerable rodeo hasta la carrera oficial. Finalmente, y dentro de las operaciones preparatorias de la Exposición Iberoamericana de 1929, se emprendió el derribo de numerosas casas para alinear las fachadas y ensanchar la calle hasta su tamaño actual, obras que terminaron en 1923.
Con estas reformas, y con la instalación en ella de naranjos y numerosos establecimientos de hostelería y de objetos de regalos y artesanía, la calle presenta una imagen de animación permanente, propiciada por sus varios accesos al interior del barrio de Santa Cruz y por las magníficas vistas de la
Giralda.