sábado, 21 de agosto de 2021

LOS ESQUIMALES: CREADORES DE LAS PRIMERAS GAFAS DE SOL

 -Hoy viajo al Círculo Polar Ártico, para hablaros del origen de un objeto, tan usual como indispensable en nuestro día a día, las gafas de sol-

El primer utensilio que se acopla a los ojos para protegerlos de los rayos del sol se remonta a la prehistoria. Se hacían de madera, hueso o marfil y ni siquiera tenían cristales, pero aun así están consideradas las primeras gafas de sol que ha usado el hombre.


Sencillas y efectivas, su invención se debe al ingenio de un pueblo que  sobrevive a uno de los climas más extremos del planeta: 
Los Esquimales.
Este término se utiliza para que se puedan identificar rápidamente, pero a la mayoría de ellos no les gusta y lo consideran un término despectivo, ya que el significado de esquimal es "devoradores de carne cruda".
Ellos prefieren ser llamados Inuit, que significa  “Pueblo” o Inut que sería el singular y que significa “Persona”. 
Este curioso objeto nació de un serio problema que afectaba a los Inuit con frecuencia: La Ceguera de las Nieves.


Las primeras gafas de nieve se realizaban con madera o con hueso o asta de caribú, de forma rectangular, con dos estrechas ranuras a cada lado para los ojos. La parte interior de las  gafas  presenta una concavidad en el centro para la nariz y otras dos de forma rectangular para los ojos. Para sujetarlas a la cabeza tienen una correa formada por dos tiras de piel que se unen mediante una costura con hilo de tendón, la unión a las gafas se realiza también con una costura a ambos lados.

Los inuit empleaban gafas como esta para proteger sus ojos del reflejo de la luz sobre la nieve y el mar, sobre todo en primavera, cuando el sol está muy bajo y la nieve actúa como un espejo, llegando a producir graves daños en los ojos e incluso ceguera si estos no están protegidos.

La nieve refleja hasta el 80 % de los rayos ultravioletas del sol y cuanta más altitud, menor protección atmosférica tenemos (cada mil metros se reduce hasta en un 15 %). Tras la exposición solar pueden pasar entre 4 y 6 horas hasta que aparecen los primeros síntomas de la ceguera de la nieve: hipersensibilidad a la luz (fotofobia) y lagrimeo, para después dar un enrojecimiento, dolor e incluso pérdida de visión tras dañar el cristalino o la retina.

Las estrechas ranuras de las gafas permiten ver al que las lleva, a la vez que disminuyen el efecto de la luz del sol sobre los ojos. El exterior de las gafas era untado con una mezcla de grasa y hollín o pólvora, para teñir la superficie de negro y así absorber la luz y neutralizar aún más su nocivo efecto. El interior está ahuecado para facilitar el movimiento de los párpados y que estos no se irritaran al rozar las pestañas con las gafas.

Se han hallado algunas que tienen más de 2.000 años de antigüedad.


Actualmente, la mayoría de Inuit usan modernas gafas de nieve.
Pero aseguran que su antiguo modelo tiene algunas ventajas sobre las modernas. Por ejemplo, al no tener cristales, ni se empañan ni se congelan.

Además, el principio de las gafas Inuit se enseña en cursos de supervivencia, pues si te vieras de pronto inmerso en un clima propenso a provocar ceguera de las nieves, no sería complicado fabricarse unas usando cartón , plástico o cualquier otro material.

Incluso la NASA ha estudiado estos anteojos Inuit y desarrollado fórmulas para saber cuantos milímetros de apertura para los ojos deben de tener teniendo en cuenta la luminosidad existente, la distancia, etc.


Fuentes y fotografías:
Museo nacional de antropología
Natural optics

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